Cuando compartir a Jesús no va de acuerdo al plan

¿Alguna vez te has sentido decepcionado después de compartir a Jesús con alguien? Tal vez una conversación sobre la fe no salió como esperabas, tu testimonio no pareció resonar, o una invitación a la iglesia fue rechazada. ¿Podemos decirte algo? Está bien sentirse decepcionado cuando compartir a Jesús no salió según el plan.

La decepción a menudo surge de la brecha entre nuestras expectativas y la realidad. Incluso Jesús enfrentó esto. En su ciudad natal de Nazaret, fue rechazado por las mismas personas que mejor lo conocían (Lucas 4:16-30). Sus propios discípulos, a pesar de presenciar sus milagros y estar en su presencia, carecieron de fe durante una tormenta (Mateo 8:23-27).

Estos momentos probablemente no se desarrollaron de la forma en que Jesús hubiera querido. Si bien la decepción es algo que todos encontramos, la verdadera prueba radica en cómo elegimos responder. Si no tenemos cuidado, la decepción puede convertirse fácilmente en desánimo cuando comenzamos a creer que hemos fallado. Pero la verdad es: El éxito en el evangelismo no depende del resultado, sino de nuestra fidelidad al sembrar las semillas.

En Mateo 13, Jesús cuenta una parábola sobre un agricultor que esparce semillas en diferentes tipos de suelo. Los resultados varían, no por el esfuerzo del sembrador, sino por la condición del suelo. Esto nos recuerda que nuestro trabajo es plantar semillas fielmente: el estado del suelo y el crecimiento están en manos de Dios. 

Si estás leyendo esto y te sientes decepcionado por un resultado inesperado después de compartir a Jesús, ¡sepas que te celebramos! Fuiste obediente al llamado de compartir el evangelio y plantaste una semilla de fe. Pero si esta experiencia te ha dejado con ganas de crecer y prepararte para la próxima vez, aquí hay tres preguntas que puedes hacerte para perfeccionar tu enfoque para la próxima oportunidad de compartir a Jesús.

1. ¿Qué puedo aprender de la última vez?

Si bien el crecimiento de las semillas que plantamos depende del estado de su corazón y del trabajo del Espíritu, podemos usar nuestras experiencias pasadas para ajustar nuestro enfoque y darle a la Palabra de Dios la mejor oportunidad de conectar.

Para hacer esto, comienza reflexionando sobre tu experiencia más reciente compartiendo a Jesús. Considera qué salió bien y dónde podría haber espacio para el crecimiento. Si buscas áreas específicas para reflexionar, intenta preguntarte:

  • ¿Dónde sentí la presencia o guía de Dios durante la conversación?
  • ¿Cómo respondí a sus preguntas, inquietudes o reacciones?
  • ¿Comuniqué a Jesús de una manera que fue comprensible y significativa para ellos?
  • ¿Estaba escuchando activamente para entender, o estaba más enfocado en lo que quería decir?

Reflexionar sobre estos momentos es un paso saludable hacia el crecimiento, pero es importante no dejar que se convierta en demasiado análisis. Celebra los logros, toma nota de los puntos de aprendizaje y luego sigue adelante. Pasar demasiado tiempo en una sola experiencia puede llevar a la duda de sí mismo y al desánimo. En lugar de eso, utiliza lo que has aprendido para estar mejor preparado para la próxima oportunidad que Dios traiga.

2. ¿Qué puedo esperar para la próxima vez?

Las expectativas que tenemos al plantar semillas de fe pueden afectar mucho la presión que nos ponemos a nosotros mismos y cómo nos sentimos acerca del resultado. La verdad es que no todas las semillas mostrarán resultados inmediatos, pero cada una juega un papel en la historia más grande que Dios está tejiendo.

Si juzgamos el éxito del ministerio de Jesús en el momento de su crucifixión, parecería un fracaso. Sin embargo, fue el punto de inflexión en la mayor historia jamás contada. De manera similar, lo que puede parecer un intento fallido de compartir a Jesús, podría ser en realidad un paso hacia algo más grande en lo que Dios está trabajando. Así que ajustemos nuestras expectativas para recordar que el tiempo y los propósitos de Dios están más allá de nuestro entendimiento, y podemos confiar en que su palabra nunca vuelve vacía (Isaías 55:11).

3. ¿Qué hago ahora?

Sigue compartiendo a Jesús. Los grandes evangelistas no se destacan por unos pocos éxitos, sino porque siguen compartiendo a Jesús, sin importar el resultado. Cada experiencia construye confianza y resiliencia, preparándonos para la próxima oportunidad que Dios traiga. Si una conversación no salió como se planeó, toma aliento, reflexiona y confía en Dios para otra oportunidad. La persistencia constante y paciente puede a menudo testificar del poder de la fe en Jesús. Las personas con las que compartimos nuestra fe pueden incluso comenzar a pensar: "Si se preocupan lo suficiente como para volver amorosa y pacientemente, tal vez haya algo en esto".

Da el siguiente paso: no dejes que la decepción te detenga. Sigue compartiendo a Jesús con amor y fidelidad, confiando en que cada esfuerzo cuenta. Reflexiona, ajusta y sigue adelante, sabiendo que Dios está trabajando a través de ti. Cada semilla que siembras importa, y en su momento, habrá una cosecha.

Comienza hoy; tu fidelidad puede tener un impacto eterno.

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