Cuando Dios se mueve, ¿te detendrás y escucharás?

“Compartiría mi fe, pero nunca se presenta la oportunidad.”
¿Te suena familiar? No estás solo. Muchos de nosotros hemos sentido esto en algún momento.
Realmente queremos compartir a Jesús, pero en la vida cotidiana es fácil mantenernos en nuestras rutinas, perdiendo las oportunidades que Dios pone justo frente a nosotros. A menudo, no es que las oportunidades no estén ahí. Es que no siempre estamos dispuestos a ser interrumpidos. Porque aquí está la verdad: Dios a menudo trabaja en las interrupciones.
Así que déjame preguntarte—¿cómo lidias con las interrupciones? ¿Eres interrumpible?
Recientemente, alguien de la comunidad yesHEis compartió una historia sobre lo que sucedió cuando decidió ser interrumpible:
Iba camino a encontrarse con su novio cuando notó a un hombre sin hogar cerca. Al principio, no quería detenerse: él parecía un poco perdido y ella estaba apurada. Pero algo tiró de su corazón y sintió que el Espíritu Santo la instaba a hacer una pausa.
“Sentí la necesidad de darlo todo—darle mi tiempo, mostrarle el amor de Dios y compartir el evangelio con él. Así que lo hice.”
Lo que sucedió a continuación fue notable.
El hombre le preguntó, “¿Qué significa la libertad para ti?”
Ella le dijo que la verdadera libertad viene de conocer a Jesús.
Mientras hablaban, descubrió que había sido criado como cristiano pero se había apartado. Compartió sobre las luchas que él y sus amigos enfrentan: adicción al alcohol y a la droga. Ella repitió suavemente que la verdadera libertad, la que él estaba buscando, se encuentra en Jesús. Y luego oró por él. Esto no fue un momento de transformación dramática. Fue un momento de obediencia. Al simplemente ser interrumpible, plantó una semilla.
Entonces, ¿qué tan interrumpible eres tú?
Aquí hay tres maneras pequeñas pero poderosas de abrir espacio para las interrupciones de Dios hoy:
1. Ora por consciencia
Pide al Espíritu Santo que te ayude a notar a las personas y los momentos que te rodean. Estas oportunidades pueden aparecer en el trabajo, en la bodega o durante tu viaje matutino. Comienza tu día con: “Dios, ayúdame a ver dónde te estás moviendo hoy.”
2. Haz una pausa antes de ignorar
¿Ese tirón en tu corazón? ¿Ese nombre que te viene a la mente? Haz una pausa. No te apresures a ignorar el empujón. Tómate un momento y pregunta, “Dios, ¿eres tú?” A veces, todo lo que se necesita es la disposición para detenerse e involucrarse.
3. Reflexiona sobre los momentos perdidos
¿Has experimentado un empujón que ignoraste o una oportunidad que dejaste pasar? No te hundas en la culpa: pide a Dios que crezca tu sensibilidad y valentía para la próxima vez.
El verdadero impacto sucede cuando nos permitimos ser interrumpibles. Dios siempre está trabajando: simplemente nos invita a unirnos.
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